domingo, 30 de septiembre de 2012

Querida Señora Muerte

Claro que siento tu paso
Dolor de muerte marchita,
Hermosa de heridas profundas,
Hermosa sangrienta y oscura.
Lanzas pétalos afilados y espinas,
ya no se que hacer contigo.

Siempre te me entrego
cual suicida enamorada,
siempre pones en mi vientre
telarañas de verdades,
tejes mis huesos indoloros,
Y oprimes el alma
que anhela desprenderse.

Vienes y me tientas con la vida
que me lleva de nuevo siempre a ti.
Busco tu rostro,
a veces lo veo en el espejo
mirandome a los ojos,
mirada que desconozco y me espanta
espanto perpetuo callado
deja de tentarme asi!
deja que haya cura para la herida,
deja que reviente y viva
o que me vaya sin apegos...

Mira que se pegan como marañas
las costumbres de los hombres
que son muchos en el mundo
Y yo quisiera otro,
mas sutil, menos atormentado,
en donde el canto brotara del interior,
con menos masa deshecha
en el cerebro y el corazón.

Sobreviviré hasta que pueda
esperaré hasta el cierre de mi ojos
hasta la calma
del descenso profundo del mar
hasta que el amor venza...
Humano en castigo de inmortalidad.