¿Qué puedes decir tú?
Nada sabes.
Nada entiendes de despertar o seguir dormido,
es todo una equivocación.
Nada entiendo;
sigue siendo un absurdo todo,
hasta tus ojos.
son tus ojos y tu boca el gran absurdo.
Es el tiempo incompasivo y venenoso,
mi historia muerta
cubierta en algas de olvido;
el desesperante despertar
que es tan esperanzador,
la patanería de existir día a día.
Yo no soy si no existo en ti.
me quedan cuatro retablos en los que encierro mi alma,
en los que aflora la ceniza,
en los que florece mi sangre,
en el que esperas la nada,
no importa.
Tu alma sagrada de armado valiente
morirá en combate
y valdrá la pena;
no te pareces a ellos,
no importa.
lunes, 18 de noviembre de 2013
martes, 30 de julio de 2013
Confesiones
Es tarde,
aspiro mis plones cotidianos,
pienso en la mujer que soy,
en lo particular de mis procederes.
Repaso mis sueños, mi raíz, mi razón...
me alegro por la vida, pido perdón.
Quiero ser humilde con la existencia
que me agobia por momentos,
quiero oír las voces...
- Reposa alma mía-
Vertiginosas lentitudes
carrusel en las nubes,
caballos rosados,
de colores pasteles brillantes...
azul turquesa y violeta
suspendidos entre cielo e infierno
en cilindros dorados,
notas musicales alrededor.
De repente el cielo se torna negro,
rojos los caballos
y los relámpagos sordos de truenos
iluminan el estupor de la incertidumbre.
Qué paisaje agobiante
qué vaivén sin sentido,
qué estruendoso es el techo de esta nave
qué no solo es estruendo,
sino peligro a la merced del daño.
Pido mi guía, mi luz, mi sonrisa;
mi calma, mi corazón resplandeciente,
la sangre caliente y viva,
aprender mis errores,
perdonarme
y ser hábil
sin mancha y valiente.
aspiro mis plones cotidianos,
pienso en la mujer que soy,
en lo particular de mis procederes.
Repaso mis sueños, mi raíz, mi razón...
me alegro por la vida, pido perdón.
Quiero ser humilde con la existencia
que me agobia por momentos,
quiero oír las voces...
- Reposa alma mía-
Vertiginosas lentitudes
carrusel en las nubes,
caballos rosados,
de colores pasteles brillantes...
azul turquesa y violeta
suspendidos entre cielo e infierno
en cilindros dorados,
notas musicales alrededor.
De repente el cielo se torna negro,
rojos los caballos
y los relámpagos sordos de truenos
iluminan el estupor de la incertidumbre.
Qué paisaje agobiante
qué vaivén sin sentido,
qué estruendoso es el techo de esta nave
qué no solo es estruendo,
sino peligro a la merced del daño.
Pido mi guía, mi luz, mi sonrisa;
mi calma, mi corazón resplandeciente,
la sangre caliente y viva,
aprender mis errores,
perdonarme
y ser hábil
sin mancha y valiente.
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