Porque abren victoriosos, dentro de mi sus celdas,
Cada uno de los ciegos que luchan por ser alaridos.
Aprovecharse de mi, de ti.
Reírse a carcajadas de sangre,
Mancharme la senda que diviso esperanzada.
Punzan mostrándome cada segundo,
que me desorienta tu habilidad de desconocerme.
Qué todo es un sueño, y menos que eso, una ilusión.
Qué fueron palabras que borró la borrasca que inventé.
Qué estoy sola con un aplastante superyó,
Con un Ello armado y que soy un ring
De inesperados golpes de muerte,
Que no muere sino cuando le da la gana.
Y qué todo esto, que la gente ve pasar disfrazado
de mujer medio blanca, medio nada
Y que se percibe en gritos…
No es más que ganas, No es más
que hoja que sirvió para contar
Otoños en un bosque que no quiso recibirla
Para calentar la morada en la que festejaban.
Qué cuándo quiero ser niña,
Sale esperado un lobo,
Con el que debo enfrentarme
Para que no me arrebate la canasta en la que
Guardo tibio el llanto del alivio.
Que quisiera, a veces, con una cruz clavada,
No ser mas lo que soy, ni lo que era.
Olvidar mi tristeza y saberme amada,
No depender de los giros en su revés fúnebres
De ti.
Y no dejar de saltar y bailar y tentar al lobo,
Mientras el tiempo perfecto me prepara.
Que no interfiera el desorden de abismo
Que no oculto ni con súplicas ardorosas,
Y que guardo o guardé
En una biblioteca vetada,
Que con tus caprichos de adulta vulneras.
Y que sea yo nada si no soy todo,
Que me escuche el Señor cuando callo,
Porque lo que digo y lo que dijiste no me pese más,
Y pueda darme alas.
Qué éste amor no me rodee más cómo púas,
Qué ésta entrega abnegada e incierta de mi por ti
No te dañe mujer, no me dañe.
Qué toda ésta fuerza que me asusta conocer,
Qué todo éste rayo que me hace un nombre,
no me pese si es una balanza de egoísmo la que juzga.
Y qué decidas a tiempo porque
Es todo ó nada.
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